-¿Estás consciente de que a lo mejor las cosas no vuelven a ser como eran, que a lo mejor un día nos mandamos a la chingada y no nos volvemos a buscar?-
Le contesté que si, con lágrimas en los ojos, la idea no me gustaba, pero honestamente y muy segura de que no quería que eso sucediera, mis esperanzas se acababan como nuestras dos tazas de café. Mientras el líquido entraba en mi cuerpo, el calor se iba esparciendo y la tristeza creciendo, como si fuera un hecho inevitable que al terminarme el café y salir por la puerta del bar nunca mas nos volveríamos a ver.
El tampoco quería pensar en eso, él que era tan importante para mi, como yo para el, él que me veía con sus ojos cafés, firmemente, aceptando la idea del olvido... pero yo no podía contenerlo como lo hacía él, las lágrimas se derramaban, ¿porque una conversación que era meramente hipotética o improbable, me dolía tanto? ¿podría ser que yo presentía un final inminente o tan solo lo alucinaba?
Lo mire a los ojos, no por mucho.
-¿Recuerdas esa pregunta de si se cae un árbol en medio del bosque y nadie lo escucha, hace ruido?-Le pregunté
-Si. Le dio un sorbo a su café.
-¿Si hay alguien, en quien nadie piensa, esa persona sigue existiendo, o se va al olvido, si nadie la extraña, si nadie piensa en ella, si es un cero a la izquierda, existe o no?- no me contestó.
Sabía que no quería que eso me pasara a mi, lo amaba, y no soportaba la idea de dejar de existir, no para él, y no soportaba la idea de que él dejara de existir para mi. Su mirada reflejaba lo mismo.
Pagamos la cuenta, las lágrimas se habían ido, la cara radiante como si esa conversación no hubiera tenido lugar. Atravesé la calle, oí que me llamaba, lo volteé a ver, le sonreí y él me sonrió a mi.
Su cara se empezó a descomponer en un rictus de terror, se abalanzó hacia a mi, lo entendí porque lo oí... Miré rápido, un trolebus se acercaba, él se aventó hacia a mi, pero era muy tarde, sentí el golpe, sentí su mano. Sentí el olvido.
Me elevé fuera de mi cuerpo, aun tocando su mano, él tomaba la mía, y estaba viendo lo mismo que yo. Los dos cuerpos desechos, la gente acercándose, la desesperación, la sangre, mucha sangre, lo grotesco de ciertas muertes, pero sin dolor, yo no sufrí, él tampoco. Supongo que el olvido va a llegar... ninguno de los dos existe ya... Bueno, al menos las personas que lo han visto, nos recordarán, el olvido no será total... pero supongo que ya no importa.
Diossss tu final trágico alivió con su humor toda la tristeza que me produjiste al principio... ¿Sabes? Ese es mi temor más profundo... irme al olvido.
ResponderBorrarCreo que por eso me aferro tanto a las personas que terminan queriendo una sola cosa: olvidarme.
SUpongo que en general todos tememos al olvido. De menos yo también lo temo. Me gustó mucho, conseguiste tanto cautivarme como sorprenderme. No pude predecir el final y eso me puede fascinar.
ResponderBorrar