Se sentía muy débil cuando entró a la habitación, todas las cosas giraban a su alredor, no podían ser las drogas, ese día, había rehusado a usarlas para relajarse, sabía que no importaba lo que se metiera, el estado en el que terminaría sería peor del que se encontraba. Intentó no llorar, sabía que el odiaba verla llorar, lo logró, al menos hasta el último pasillo donde respirar cada vez se hacía mas difícil. -¿Aún sigues enferma?- le preguntó él, en tono casual, pero ambos sabían que la situación estaba tensa, aunque ninguno de los dos, como buenos cobardes, dijo mas.
No estaban peleados, aunque ella si estaba muy molesta con él, no solo por su actitud, si no porque hacía cosas que ella no entendía y la enojaban. Se suponía que sus últimos momentos juntos deberían ser unidos, y por el contrario apenas se dirigían la palabra. Ella tenía mucho coraje por eso y mas.
Se despidieron y ella sintió el alivio que solo el llanto conlleva cuando el se iba, sintió su mirada pero no volteó, por el contrario, busco la manera que el no le pudiera ver la cara. Se despidieron, el gusano de la incertidimbre se comía sus esperanzas con cada lágrima, con cada paso y cada respiro. La ansiedad la estaba matando y sentía como el dolor de no poder respirar le aprisionaba el cuello. Todo había acabado, el destino era incierto y ella muy melodrámatica, así que para cuando entró al tunel del suterráneo, la esperanza de volverlo a ver en un tiempo cercano había sido destruída, "espero me hable en unos meses" pensó.
Ella no lo buscaría y no por orgullo, si no porque el necesitaba tiempos, y sabía que no importaba cuanto lo buscara, cuando el se aburría nada lo regresaría, tal vez si le daba tiempo, el llamaría como lo habia prometido.
Pero el dolor del pecho y el no poder respirar no solo se debían a él, de hecho el solo hacía que los sentimientos afloraran, pero sentía que una avalancha se le venía encima, no podía ver el sol y todo le anunciaba que su destino era ser una pobre mediocre con un suedo mísero y que terminaría siendo como esas señoras amargadas, que no tienen mas vida que sus hijos, y no porque no tuviera amigos, si no porque su mediocridad no le permitiria hacer mas. Pensó en abrir la cocaína que tenía en su alajero, pero decidió no hacerlo, necesitaba descansar, no arrancar puertas.
Vió su casa solitaria y la vio miserable, ni siquiera era suya, una amiga se la prestaba cuando estaba de viaje, que era casi siempre. No tenía ni para rentar un lugar para ella, y se sentía como una arrimada. Entró a su cuarto mientras levantaba a su gato de 5 kilos del piso y lo llevaba con ella a la cama, el felino comenzó a ronronear y se quedó dormido. Demasiado tiempo para pensar. Se levantó de la cama, sacó del refri unas cervezas y un vino que tenía desde su último encuentro con él, cuando todavía ella tenía esperanzas de que volvieran a ser lo que eran antes.
Lo abrió y lo vació de un trago, la sed era demasiada. Ella no debería de estar bebiendo ya que en la mañana, había tenido tratamiento para sus riñones. Meses atrás la habían asal tado y golpeado detal manera que sus riñones no funcionaban bien, y por culpa de un coagulo el tejido se necrosaba. La opción era el tratamiento yan doloroso al cual recurría,, le metían una aguja y succionaban en tejido necrosado, hasta que el área quedara limpia y poco a poco se regenerara, o la otra, una operación donde podía quedar invalida.
Abrió los ojos, ya nada mas le faltaba se iletrada o americanista, pensó, tratando de sonreír. Abrió una cerveza y se fue a su cuarto, tomó el ipod que era su mejor amigo en momentos de dificultad y lo puso a todo volumen, empezó a beber, y decidió fumar, que fácil era volver a los vicios cuando uno se siente así. Quería pensar que era decandente, que caía como un grande, pero la realidad es que solo era patética y melodramática. Ya no podía escribir, y menos leer, estaba bloqueada a todos los placeres que antes la hacían tan feliz, las cosas estaban demasiado complicadas. Ni siquiera podía ver las series que tanto le gustaban por televisión, no se concentraba.
Se acostó en la cama, con la única luz del cigarro que fumaba, y en las sombras vió que ella había timado el mismo camino que su madre y su abuela, se vió como una mujer amargada y depresiva por el resto de sus días, desesperada por ser feliz, sin lograrlo. Era extraño, ella siempre disfrutaba la soledad, pero en su mente no podía verse feliz, si no frustrada y en picada. Esperaba solamente no caer en ver telenovelas y con un grupo de señoras sin vida propia que decdicaba un día a la semana para comer con las amigas y destazarse unas a otras para ver quien estaba mas jodida.
No lo pudo evitar, sacó la hierba de su saquito y preparo un porro, se lo fumó. Perdió la cuenta a las 6 cervezas. Debrallaba con seven nation army de los white stripes, que para su gusto era lo único bueno que habían hecho. Cada golpe a la batería era el latir de su corazón, y ese latir retumbaba en la garganta con un ardor amargo. Se dió cuenta que lloraba, sin prender la luz, tomó la codeína para sus dolores y el paracetamol para la cabeza y un par de pastillas de morfina más, para lo de los riñones claro, mejor dos pastillas de codeína, o tres. El dolor era fuerte, el doctor entendería por supuesto.
Fumó un tabaco normal y se adormiló, sus sueños eran de lo mismo de siempre, terremotos, personas muriendo, sus seres queridos muriendo.
Dentro de todo había un sabor a satisfacción, a ella no le gustaba la gente, y menos la normal, ella era diferente, se rió en su inconciencia, era una mediocre diferente. Mientras se reía de su chiste personal, todo se iba desmoronando en el sueño, y ella creía que tambien en su psique. Decidió levantarse, se terminó otra cervezá y decidió fumar un poco mas de hierba, total, nadie se había muerto de sobredosis de marihuana. Decidió preveer, así que se tomo un par de pastillas para dormir de uso psiquíatrico, un atiban, y un rivotril, y un relajante muscular por si acaso. Abrió otra cerveza y se la terminó en dos tragos, se le olvidaba que la hierba y la codeína le daban sed.
Se recostó oyendo Iron Maiden, una de sus canciones favoritas, pero no podía recordar cual era, su cabeza estaba dejando de funcionar, se estaba yendo. Pero no podía irse, se repetía, mañana tenía que ir a trabajar. Ua falta a nadie le pesaba, concluyó. Además si faltaba nadie la extrañaría. Su corazón latía mas lento cada vez, ella suponía que era porque por fin estaba durmiendo. Tenía que levantarse temprano, tal vez mañana encontraría la salida a todos sus problemas, que no nada mas eran los anteriores, si no muchos mas que para ella eran importantes. Tal vez mañana la esperanza volvería a renacer. No pensó más.
La mañana siguiente sonó el teléfono, era él, pero ella no se levantó a contestar. Habló repetidas veces, quería saludarla, hablar con ella, pero estaba ansioso y no entendía porque. La ultima vez que marcó, el teléfono hizo latir su corazón mas rápido, sabía que el le llamaba, pero no se levantó. La esperanza regresaba a ella. Sonrió para sí, se alegro, pero no se movió. El golpe frío; que el le hablara no arreglaba la vida sin sentido que llevaba, no valía la pena emocionarse por algo así.
El fué a su apartamento, pero ella nunca le abriría la puerta a alguien más. En un par de días, todos entenderían el porque no habían sabido nada de ella.
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