domingo, 20 de diciembre de 2009

Viaje Verde (versión 2001)

Me costó mucho trabajo despertar, el sabor cenizo de mi boca me atormentaba, la garganta seca, hasta casi el punto de hacerme toser, me torturaba, ¿que me había pasado?

Me levanté despacio sorprendida del sonido de una gaita, muy cerca del lugar donde estaba, la saliva comenzaba a producir un efecto de alivio en mis labios, en la lengua, en el paladar; cuando logré incorporarme por completo, me dirigí hacia el sonido, tan hermoso y marcado que mis oídos se invadían totalmente de el y no escuchaban ni siquiera lo entrecortado de mi respiración.

Me dolía todo el cuerpo y no aguantaba el dolor de cabeza. Empecé a caminar hacia donde el sonido venía. En lo personal, puedo decir que me parecieron kilómetros, pero objetivamente se que no fueron mas de doscientos metros. Al llegar al lugar donde la bella música se oía, me descubrí en una campiña escocesa, hermosa y muy amplia, y estaba a  desnivel de la zona donde yo me encontraba, rodeada por árboles.

Lo que vi ahí me desarmó por completo, ya que no me lo imaginaba. Un grupo de gnomos tocaba estos instrumentos muy cerca de una gran hoguera, donde los fuegos fatuos entraban y salían de manera rápida y alegre danzando y poseyendo a las ninfas del fuego.

Mientras que alrededor de ellos se hacía la mayor bacanal que nunca hubiera visto, además de ser inter-racial, ya que podía ver a faunos bailando con hadas, mientras ellos corrían tras de ellas haciendo toda clase de cabriolas, ellas volaban y les bailaban, pasándose por todo su cuerpo, por el cuello, el abdomen, sus extraños miembros.

En otros lados, pequeños ents jugaban con las diminutas pixies, y ángeles tan hermosos que era imposible describirlos haciendo las cosas mas perversas con humanas, elfas, y pequeñas concubas y sucubas. Al mismo tiempo las ángeles hacían lo mismo con los seres más extraños como centauros o grifos.

Otros comían de todo tipo de manjares, un poco de ambrosía en el centro que les concedía por unos minutos, la perfección corporal y física, así como tener cierta clase de dones que nadie podría darles, pero para evitar exageraciones y catástrofes, solo se les concedía con limitantes y por un corto periodo de tiempo.

Me sorprendió ver en el centro de la amplia campiña, entre fogatas y círculos de seres, esparcidos por todos lados, una gran mesa de donde venía la comida y bebida, y por supuesto la preciada ambrosía.  La mesa era fantástica ya que tenía todo tipo de platillos desde los pescados mas suculentos y exóticos hasta las carnes de los animales mas extraños, que por cierto puedo decir para disgusto de ellos, muchos de sus congéneres se encontraban bailando y danzando con algunos seres de diferentes razas sub-humanas, en esta tierra.

Había cerveza de raíz puesta en los más hermosos barriles, y garrafas del vidrio y metales más exquisitos llenos de vinos tintos y blancos del sabor más puro que se pueda imaginar, así como bebidas algo más fuertes, como licor de ajenjo o esencia de láudano combinada con la más pura miel de abeja. El pan, la mantequilla y la crema también eran una delicia a la vista.

Al irme acercando al lugar, un grupo de ninfas acuáticas me tomaron de las manos y me llevaron a bailar en medio de uno de los círculos mas sorprendentes ya que estaba en medio de un lago, a la danza se le sumaban bellas sirenas, y muy pocos tritones, ya que estos estaban mas ocupados haciendo suyas a sus hermosas compañeras, era algo tan delicado que era casi imposible que pudieran ser tan perversos en lo que hacían. Las ninfas me arrastraron con ellas entre cantos y risas, tan sexuales que parecía no había nada mas que sus caderas y las mías flotando en el agua, bailándole a un Dios pagano que nos veía desde lejos y nos incitaba al deseo carnal y a la embriaguez, al consumo de intoxicantes hierbas y de venenosos vinos. Nadie detenía la fiesta, no había control, a nadie le importaba que lo hubiera, ¿Por qué de donde venía yo, las cosas no eran tan divertidas?

Era como el limbo, o algo así, no había sufrimiento pero tampoco era el cielo. Lo que ahí no había eran prejuicios, castraciones mentales y pensamientos señaladores. Lo que había ahí era la libertad y la inocencia en su forma más pura.
Así que olvidando todo lo que no pertenecía al lugar me dediqué a bailar como una loca, como mi instinto y corazón me lo marcaban.

No se como deje el círculo bañada en sudor y un poco de sangre, con la mitad de la ropa que traía. Pero aún así no sentía vergüenza, lo único, de hecho, que me llevo a buscar abrigo fue que había una pequeña llovizna que solo disfrutaba del pasto, ya que ni siquiera apagaba un fósforo. Bueno las condiciones climatológicas no eran las más convenientes, así que me puse un pequeño vestido y seguí el camino, embriagándome con cuanta bebida me encontraba en la mesa, bailaba con los demonios por aquí, mientras uno que otro ángel me seducía por allá, inclusive las valquirias me hicieron parte de su grupo por unos instantes.

Proseguí mi camino y tuve un par de encuentros muy cercanos con los “olimpos” que también se encontraban ahí, solo que tuve que salir huyendo cuando Dionisio, o Baco (proveedor principal en esta fiesta) quiso posar su enorme miembro cerca de mi pecho y me pego tal susto que preferí salir huyendo, el solo rió junto a Zeus, mientras me ponían imágenes en la mente muy difícil de apagar con agua.

Salí muy bien de ahí, sin mayores perturbaciones, La fiesta siguió durante días, yo no sentía cansancio, ya que si quería dormir, unos seres parecidos a los cuyos me arropaban y me dejaban dormir hasta que el hambre me despertara, y cada vez que lo hacía la fiesta continuaba y yo me levantaba y hacíamos lo mismo, hasta que me acostumbre a todos los seres mágicos a mi alrededor, y reconozco tuve las mas locas experiencias sexuales con todos ellos, seres mágicos al fin.

Una noche fumaba algo de hierba yo sola, lejos de la fiesta eterna, acostada sobre una gran manta violeta y yo envuelta en un pequeño vestido de gasa blanca, cuando la figura más bella que haya visto se presento ante mi, tenía alas negras, ojos café acerino, cabello largo y lacio hasta el pecho, extremadamente varonil, aunque para mi gusto demasiado delgado, aunque muy correoso. Supongo que si hubiera sido más prominente no hubiera sido tan perfecto. Venía envuelto por la cintura con una pequeña túnica a la usanza romana de color azul.  Pero debajo de ella se alcanzaba a ver el sorprendente tamaño de su sexo y sin poderlo evitar un pequeño recorrido eléctrico pasó por todo mi cuerpo, centrándose al final, a la parte que la ropa mas cubría.

El ser no dijo nada, pero se hincó frente a mí, y rodeo mi cintura con su brazo mientras me tendía en el suelo, en un beso por demás ardiente y con la otra tocaba mis senos. Mientras bajaba su boca a mi cuello, me quitaba la parte superior del vestido que dejaba muy poco a la imaginación, y se comía mis pechos como si fueran ambrosía desperdigada en el pasto, sus labios, su saliva, su lengua era un fuego que me recorría. Yo gemía de placer sin temor a ser escuchada y aun nivel que yo no conocía. Él, encendido por el momento, metió su otra mano debajo de mi falda y al compás de sus labios sus manos hicieron maravillas en mi cuerpo, provocando explosiones constantes de éxtasis.

Mordió mi cuello, tanto que lo sangró, araño mi espalda, y yo tuve la oportunidad de usar lo que había aprendido con amantes mortales, el se dejo llevar por el vaivén de mis caderas, y el abrazo prometedor de mis piernas. Mientras tocaba mis senos y los besaba, yo arriba de él solo disfrutaba de lo que sentía.

De un solo movimiento me levanto y me hizo suya de manera frenética junto a un árbol, hasta que mi cuerpo no aguanto y estallo en el último y mas fuerte río de clímax, mientras el hacía lo mismo, terminando sobre mi pecho.
Nadamos en el agua del río y nos acostamos en la manta violeta mientras desnudos el me abrazaba y solo rompió el silencio para decir “me gusta tu sonrisa”.

Me quedé dormida sin saber como y cuando desperté el no estaba, lo único que estaba era la sensación de la garganta seca y el dolor de cuerpo y de cabeza, de cuando había llegado a ese extraño lugar, la fiesta continuaba a lo lejos y el estaba parado detrás de las únicas dos figuras que habían estado sentadas contemplando a todos mientras jugaban ajedrez, el era el capitán de la guardia de uno de ellos, he ahí el motivo de su perfección. Me sentía muy mal, el cuerpo me dolía, y al momento que me acercaba ahí solo deseaba un poco de agua, cosa que no llegaría, a menos que alcanzara la mesa, el me vio acercarme y sonrió. Me detuvo con la mente y poco a poco observé la escena.

Entendí perfectamente quienes eran esos dos seres opacos, la luz y la oscuridad que los cubría y el motivo que estuvieran ahí, en su eterno juego de ajedrez y el porque del balance perfecto en ese mundo. El asintió con la cabeza y yo me maree peor, ya que entendí de quien era el guardián (¡Hostia! ¿En que me he metido?) Volvió a asentir y me dijo “no te dejaré sola”.

El mareo empeoró y me hizo vomitar, los rostros de todos los seres se acercaron a mi, y cerca del sol, el rostro de un ser muy conocido de donde yo venía se hizo presente. Me hablaba por mi nombre “Ariad”.
Sentí una pequeña cachetada, y poco a poco me desperté, estaba en mi cuarto, no sabía como.

-¿Que me paso?- dije mientras me levantaba de la cama. –Te diste un pasón de marihuana, te quedaste dormida alrededor de dos días, pero como respirabas constantemente, y cada vez que alguien se acercaba tu no dejabas que te despertaran,  supusimos que estabas bien-.
¡Malditas drogas, todo fue un viaje! ¡Hostia! Tanto que me había gustado como jodía el Lugarteniente ese. Y regreso a ver al bajista estúpido que tengo por novio.

-¡Ándale! Ya levántate que te quiero presentar a un amigo y no te voy a presentar así vestida, báñate y te veo allá abajo- Me mandaba un beso mientras se salía del cuarto y me aventaba un par de toallas.
Mientras me bañé recordé sus labios en todo mi cuerpo, sus manos y dedos alrededor de mis curvas y las mieles que me regalaba a cada momento, recordé su promesa de no dejarme sola y prendí un cigarro de hierba en el vapor de la bañera para ver si de casualidad regresaba a donde el estaba. Lo único que logré fue tratar de imitar sus manos en mi cuerpo, con las mías, pero sin él.

Me resigné a que a menos que pudiera morir de sobredosis de marihuana, nada me haría entrar en ese estado otra vez, ya que la fiesta de ese día había sido un exceso de Opio, Hashís, supongo que pastillas, unos cuantos ácidos, la hierba verde, el alcohol y un poco de Hada verde (Absint, ese licor de ajenjo) y bueno la fiesta llevaba varios días.
No, no regresaré ahí, sentí pena de no volverlo a ver.
Bajé las escaleras maquillada, arreglada y perfumada, sin residuos ya de nada. Mi novio y un par de amigos que yo conocía jugaban Play station idiotizados, un juego de Guerra que acababa de Salir). –ábrele la puerta a Fabio, que sacó la moto y fue por unas cervezas para nosotros y para ver si así se te quita la cruda y la boca seca-
Desde que me desperté lo detestaba, ¿Por qué vivía con el?.
Iba de salida cuando me detuvo por un brazo – Es un tipo con el que pienso hacer negocios, así que por favor no digas estupideces, y desaparécete rápido que es cuestión de hombres y esto nos va  a sacar de la casa comunal- (así le llamábamos a la vieja y grande casa de sus primos ya que vivíamos como 8 ahí, drogándonos y cogiendo todo el tiempo). –El es un gran distribuidor y dice el tener pacto con el diablo así que mejor que no te vea mucho, no se me vaya a arruinar el negocio- Bajé la cabeza y no por dolor o por dejarme humillar, pero si abría la boca iba a terminar clavándole un cuchillo, solo para deshacerme de el, ya que en ese momento no lo aguantaba.

Cuando abrí la puerta, un shock eléctrico recorrió mi cuerpo y termino centrándose en esa parte en la que yo misma había jugueteado rato atrás. Era el jefe de la guardia, vestido como uno de nosotros. ¡Malditas drogas! ¿En que me he metido?
-Tu me buscabas, necesitabas a alguien como yo, y yo te encontré, te dije que vendría por ti. ¿Quieres matarlo?
-Jajaja, claro que no, no me importa, ¿podemos irnos? Aunque no traigo mis cosas.
-Claro, vamonos ahora mismo, tus cosas estarán en un lugar seguro cuando lleguemos, y tendrás mas cosas y mejores, súbete.
Me subí a la moto y arrancamos sin rumbo fijo, al menos eso creía yo, traía mi pequeño paquete de marihuana, y era lo único que había tomado de la casa, pero sabía que mis cosas me seguirían. Lo único que me hubiera gustado, era ver la cara de Juan al entender lo sucedido.

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